La poderosa fábrica de mentiras

por Andrés Abreu

Parte III

Entre las grandes mentiras que producen nuestros medios está una que consiste en ocultar verdades. En la campaña de Kamala Harris se buscan y dicen las cosas buenas que ha dicho y ha hecho, que son muy pocas, y se ocultan las terribles, que son muchas. Entre las buenas se destaca su defensa al derecho al aborto, probablemente la única, pero entre las malas no se dice que durante su tiempo como fiscal general de California fue cuando más afroamericanos fueron encarcelados al tiempo que renegaba enjuiciar las prácticas de monopolio de las empresas tecnológicas de Silicon Valley.

También que apoyó el mantenimiento de preceptos judiciales horrendos de California como el condenar a cadena perpetua a los que tengan tres delitos.

En este frondoso campo de las mentiras mediáticas está también el decir verdades a la media. Por ejemplo, en el caso del propietario de la plataforma de medios Telegram, Pavel Durov, las cadenas de prensa informaron que se le formularían cargos de pornografía, y otras barbaridades. Pero no dijeron que esos cargos eran porque su plataforma no había hecho suficiente para impedir la publicación de material.

La verdad tras este caso es que Telegram, aunque no tiene buenas relaciones con el gobierno ruso, es utilizada entre los soldados de ese país que combaten en Ucrania. Por esta razón tanto Estados Unidos y la Unión Europea quieren obligar a Durov a hacer un trato que incluya compartir con ellos las informaciones de sus clientes.

En ese mismo tenor, están las informaciones de la guerra Ucrania. Se supone que la OTAN no puede atacar a Rusia porque eso sería una declaración de guerra, y una guerra entre el oso polar y el Tío Sam implicaría el uso de armas nucleares y por consecuencia una tercera guerra mundial.

Las noticias de la guerra no dicen que la OTAN tiene una cantidad enorme de soldados en Ucrania como “contratistas”. Tampoco informaron que Ucrania lanzó misiles contra Moscú y otras ciudades rusas que mataron a decenas de civiles, pero sí informaron de los muertos y heridos en los ataques rusos a Ucrania.

Por otro lado la fiscalía de Alemania ordenó capturar a un ciudadano Ucraniano que se presume fue el que dirigió los sabotajes a los oleoductos ruso-germanos Nord Stream 1 y 2. Eso solo salió en la prensa alemana y francesa un día, y en la americana nunca. Lo más probable es que a ese individuo y a los que participaron en el sabotaje nunca los encuentren o los encuentren muertos. Porque si hablan dirán quién los mandó. Y si resulta ser como denunció el periodista Seymour Hersh, que fue Estados Unidos, entonces el canciller alemán, Olaf Scholz, se va a ver en serios problemas, pues la destrucción de los oleoductos ha causado grandes pérdidas a la industria alemana, y los alemanes no le van a perdonar que por apoyar a Estados Unidos haya permitido el daño a su propio país.

La poderosa fábrica de mentiras Parte III