Los aranceles de Trump: un peldaño para aumentar el costo de vida de los norteamericanos

El presidente electo Donald Trump ha amenazado repetidamente con aumentar los aranceles a productos importados, una medida destinada a complacer tanto sus propias inclinaciones proteccionistas como las de sus votantes. Su objetivo principal, según él, es ayudar a las empresas estadounidenses a librarse de la competencia extranjera, estimular la producción local y fortalecer la economía del país.

Esta estrategia, conocida como “sustitución de importaciones”, ganó notoriedad en los años 80. Consistía en restringir o prohibir la entrada de productos importados, siempre y cuando la industria local pudiera satisfacer la demanda interna. Sin embargo, aunque esta política generó cierto desarrollo industrial, también desabasteció mercados, incrementó los precios y provocó efectos inflacionarios. En muchos casos, estas consecuencias derivaron en descontento social y crisis políticas.

El reemplazo de productos importados por nacionales puede ser efectivo, pero solo si se implementa cuidadosamente y acompaña el desarrollo de la industria local. Un ejemplo ilustrativo es el caso de China, que dependía significativamente de la importación de automóviles europeos. Durante años, estos vehículos representaron cerca del 20% de la producción de fabricantes alemanes, británicos y franceses. Sin embargo, en lugar de imponer altos aranceles, el gobierno chino optó por subsidiar a sus fabricantes locales con más de 231 mil millones de dólares, además de otorgar exenciones fiscales para las materias primas empleadas en la fabricación de autos. Como resultado, la producción local floreció sin generar una inflación descontrolada, mientras que firmas europeas como Volkswagen se vieron forzadas a cerrar plantas ante la reducción de sus exportaciones a China.

En contraste, el anuncio de Trump de aumentar los aranceles a productos importados de México carece de sentido en sectores como la agricultura. Muchos productos mexicanos, como el aguacate, no se producen masivamente en Estados Unidos debido a las condiciones climáticas y del suelo. Además, si Trump cumple su promesa de deportar masivamente a inmigrantes, el impacto en la agricultura estadounidense sería devastador, ya que gran parte de la fuerza laboral en este sector son inmigrantes indocumentados.

El caso de México va más allá de los aguacates. Si los aranceles entran en vigor, otros productos esenciales también se encarecerían o escasearían. Esto incluye aluminio, autopartes, automóviles estadounidenses fabricados en México y vehículos de marcas extranjeras como Toyota y Honda. También se verían afectados los productos electrónicos como televisores Samsung o componentes de marcas como Toshiba, que son esenciales para la industria tecnológica estadounidense. Además, México es un importante proveedor de materias primas para Estados Unidos, lo que subraya la dependencia económica entre ambos países.

Por otra parte, los planes de imponer aranceles a productos chinos también auguran graves consecuencias. China podría responder con medidas similares, perjudicando a miles de empresas estadounidenses que dependen de componentes fabricados en el gigante asiático. Esta situación forzaría a las empresas a aumentar los precios de sus productos, lo que podría superar la capacidad de consumo del mercado y poner en peligro su rentabilidad y operatividad.

En resumen, las políticas proteccionistas de Trump parecen más un símbolo político que una solución económica viable. El impacto potencial de estas medidas podría desencadenar una crisis económica que herede la administración que surja de las urnas en 2028, o incluso antes, si el autor de “Make America Great Again” enfrenta las consecuencias de su propia imprudencia económica.