Un triunfo de Donald Trump es un misil contra los pobres y los inmigrantes

Nadie puede negar que dentro de las propuestas presidenciales de Donald Trump hay algunas que tienen sentido, en especial la finalización de la guerra de Ucrania. Pero, en lo que se refiere a los ciudadanos norteamericanos, los extranjeros naturalizados, los extranjeros residentes y los indocumentados, es una pena de muerte.

Trump y su camada republicana han traído a la palestra el tema de la inmigración ilegal como bandera de campaña. Bandera que ondean en todos los mítines y la propaganda mediática como si la presencia de inmigrantes indocumentados en el país fuera la razón por la que mueren, víctimas de la violencia con armas de fuego, más de 20 mil personas cada año; o por la que más del 60 por ciento de los norteamericanos tiene problemas para pagar por su comida y su vivienda; y por la que se cometen decenas de asesinatos masivos en escuelas y lugares públicos con armas de asalto.

La campaña de Trump intenta desatar el pánico contra la inmigración, alegando que los inmigrantes son asesinos, cuando en realidad, de acuerdo con las estadísticas del Departamento de Justicia, más del 73 por ciento de los homicidios ocurridos en el país son cometidos por blancos y afroamericanos, y solo el 17 por ciento es cometido por otras razas, de las cuales el 12 por ciento son latinos, la mayoría de ellos ciudadanos o residentes legales.

En la campaña para las elecciones de 2016, Donald Trump había jurado que deportaría a los más de 11 millones de personas indocumentadas que viven en el país, que eliminaría el DACA y un sinnúmero de iniciativas de ayuda a las clases más vulnerables de la administración de Barack Obama.

Sus intenciones se encontraron de frente con los muros que le presenta el sistema judicial norteamericano a través de los jueces federales, quienes las declararon inconstitucionales.

Pero ahora el panorama sería diferente. Durante su administración, Donald Trump nombró a más de 230 jueces federales y tres jueces de la Suprema Corte de Justicia. Es decir, que, contrario a lo que ocurrió en el periodo 2017-2021, Trump contaría con un respaldo casi sólido del poder judicial para llevar a cabo sus reformas contenidas en el llamado plan 2025.

El plan 2025 busca reducir los beneficios del seguro social, reducir los gastos de Medicaid y Medicare, y los servicios sociales, todos destinados a ayudar a la clase trabajadora y a los sectores vulnerables del país.

Un triunfo de Donald Trump en las elecciones del próximo 5 de noviembre sería una bomba lanzada desde lo alto contra los pobres de Estados Unidos y los inmigrantes indocumentados, documentados y naturalizados.